El BDNF predice la evolución de los trastornos bipolares

PUEDE SER UN IMPORTANTE APOYO DE CAMBIO EN LOS TRATAMIENTOS El BDNF predice la evolución de los trastornos bipolares.
Los datos biológicos que cada día se descubren de las enfermedades mentales no sólo apoyan los diagnósticos sino el pronóstico y la respuestas a las terapias de algunos de estos trastornos, según se ha indicado en el XIII Congreso Nacional de Psiquiatría de Madrid.

1. El episodio maníaco parece causar estrés oxidativo que, a largo plazo y si se mantiene, puede ocasionar a su vez un cierto grado de daño cognitivo.

2. Si la administración de fármacos en niños es exigente, cuando se trata de antipsicóticos la máxima es valorar estrictamente beneficios y riesgos.

El factor neurotrófico BDNF (Brain Derive Neurotrofic Factor), en sus siglas en inglés) es uno de los factores neurotróficos que mejor predicen el pronóstico de los trastornos bipolares. Este marcador biológico sería de especial utilidad en principio «para todos los pacientes bipolares en los que nos permitiría determinar, en sangre periférica, si se encuentra en niveles normales o bajos. En función de esta medición se puede pronosticar si el paciente va a responder bien al tratamiento en el futuro. Se abre así una nueva posibilidad para pacientes que no respondían a la terapia, ya que se puede añadir algún otro fármaco. Se trata de un marcador biológico que ofrece pistas de cara a la terapia», según Ana González-Pinto, del Servicio de Psiquiatría del Hospital Santiago Apostol, de Vitoria, y responsable de Investigación en Psiquiatría del Servicio Vasco de Salud-Osakidetza, que ha participado en el XIII Congreso Nacional de Psiquiatría que se celebra en Madrid.

En principio, el uso de este marcador biológico se encuentra en el ámbito experimental, pero cada vez son más las publicaciones que recogen los primeros datos sobre su utilidad que, por otra parte, ha sido objeto de análisis de varias sesiones del citado congreso.

Daño cognitivo. La psiquiatra ha indicado que el 1,6 por ciento de la población española presenta riesgo de padecer un trastorno bipolar a lo largo de la vida. Además del hallazgo del marcador pronóstico BDNF en esta patología, se han producido en los últimos años otros adelantos en el conocimiento de la enfermedad. Por ejemplo, se ha establecido una relación entre el episodio maníaco y el estrés oxidativo u oxidación celular y su relación asimismo con un daño cognitivo «sutil a largo plazo en el sistema nervioso central que puede dar lugar a una peor adaptación social». De hecho, cada vez existen más datos que sugieren que una sucesión repetida y mantenida de trastornos de tipo afectivo puede originar deficiencia cognitiva. «No una demencia, pero sí problemas de memoria o atención».

Estos recientes hallazgos refuerzan la idea de la importancia del diagnóstico precoz de la enfermedad, sobre todo en personas jóvenes en las que los síntomas iniciales son muy abigarrados y poco claros, para prevenir alteraciones y deterioro futuros.

En el congreso también ha participado Mara Parellada, del Servicio de Psiquiatría del Hospital Gregorio Marañón, de Madrid, quien se ha centrado en la administración de psicofármacos en niños lanzando una máxima: en la población infanto-juvenil el tratamiento con este tipo de medicamentos, y en general con cualquier tipo de sustancias, debe ser individualizado, sometido a un estricto seguimiento y sopesando cuál es el beneficio-riesgo. Ajuste individual.

«Se deben utilizar aquellos fármacos que son eficaces, que mejoran los síntomas de los niños, o su evolución, y que previenen la aparición de complicaciones o secuelas, siempre teniendo en cuenta el balance beneficio-riesgo. Los psicofármacos se deben indicar siempre que el potencial beneficio supere al riesgo». Un ejemplo claro podría ser el del déficit de atención e hiperactividad, en el que la medicación es muy útil, aunque «siempre hay que valorar al niño en su totalidad». Parellada ha señalado que en los últimos años se ha producido un crecimiento exponencial del tratamiento con antipsicóticos en niños y adolescentes, no sólo para tratar patología psicótica, sino también para muchos otros trastornos. «Sin embargo, las indicaciones de las agencias reguladoras no han seguido el mismo ritmo».

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