El diagnóstico infantil del trastorno bipolar tarda año y medio en el diagnóstico

Un estudio de la CUN revela que este retraso incluye de forma negativa en la respuesta al tratamiento

El 75% de los casos de trastorno bipolar en la edad pediátrica sufre un retraso en el diagnóstico de, al menos, 18 meses, y de ellos el retraso supera los tres años en un 25%, según un estudio realizado por el departamento de Psiquiatría y Psicología de la Clínica Universidad de Navarra, en colaboración con la Unidad de Psicofarmacología Pediátrica del Hospital General de Massachusetts de la Universidad de Harvard (Boston, Estados Unidos).
Esta demora, según el estudio, es atribuible a que los síntomas de la enfermedad se presentan de manera diferente en niños y en adultos, según la doctora Inmaculada Escamilla. En éstos últimos el trastorno se caracteriza por alteraciones del humor que mezclan los periodos de euforia y expansividad con otros depresivos. Por contra, «en los niños la alteración del humor más frecuente es la irritabilidad. De hecho, un síntoma como la euforia, que se relaciona con el trastorno bipolar, aparece en menos de la mitad de los pacientes en edad pediátrica», dijo.

La clave

La especialista apuntó que la clave se encuentra en valorar el tipo de irritabilidad. En los niños «la irritabilidad característica es explosiva y severa. En ocasiones, cursa con importante violencia y se produce de forma recortada o episódica. Puede confundirse con una rabieta pero es mucho más desproporcionada», explicó. Además, en los niños los episodios no están claramente definidos. «Cambian de humor con mucha frecuencia y fluctúan de forma rápida. Pocas veces llegan a tener un periodo de, al menos, dos meses sin síntomas». Por eso, añadió, la enfermedad resulta muy incapacitante.

Síntomas como la euforia y la grandiosidad aparecen en los pacientes pediátricos, pero con menor frecuencia que en adultos y con otras características. «La grandiosidad del niño puede mostrarse en el colegio, donde considera que tiene más autoridad que el profesor, a quien desafía, y llega a interpretarse como un problema de conducta. También se puede observar desinhibición social en estos niños que, por ejemplo, hacen comentarios despectivos o groseros en voz alta por la calle a otras personas o incluso de contenido sexual inapropiado para su edad».

La investigación, que se realizó con una muestra de 38 niños diagnosticados en la CUN en seis años, concluyó que en Europa se estaba infradiagnosticando esta enfermedad respecto a Estados Unidos. La prevalencia de la enfermedad, añadió Escamilla, es del 4,6%, un porcentaje similar al estadounidense, y la edad media en el momento del diagnóstico fue de 13,9 años.

Según el trabajo, sólo un 25% de los pacientes fueron diagnosticados en los primeros siete meses desde que se manifestaron los síntomas. Además, el 92% de los pacientes presentaba otro trastorno. El 18% tenía como mínimo tres trastornos psiquiátricos asociados. Los que aparecieron con mayor frecuencia fueron el déficit de atención e hiperactividad (21%) y el derivado del consumo de sustancias, que alcanzó un 18%.

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